20 de septiembre de 2020

Ermita de la Virgen del Ara, en Fuente del Arco

 


Durante muchos años he tenido en mente la idea de visitar en verano la ermita de la Virgen del Ara, aprovechando que paso mis vacaciones estivales muy cerca del lugar donde se ubica. Pero año tras año la excursión quedaba relegada, sustituida siempre por otros destinos más mediáticos y alejados. Hasta este año de pandemia, que la prudencia nos aconsejaba no hacer traslados largos, y el estado emocional nos llevaba a recuperar momentos entrañables del pasado.

La ermita de la Virgen del Ara, sus leyendas, sobre todo su famosa romería de principios de setiembre, forma parte del imaginario sentimental de mi niñez. Son muchos los recuerdos que tengo de esa época, de historias y anécdotas de familiares y amigos que habían realizado el recorrido de la marcha, que va desde el pueblo de Fuente de Cantos hasta la ermita, aproximadamente unos 7 kilómetros. La gente devota iba para cumplir sus promesas, dar las gracias a la Virgen y llevar sus ofrendas, otros iban por diversión. El santuario ha sido durante siglos el centro espiritual de la comarca de la Campiña Sur, en el sudeste de la provincia de Badajoz.

Y sin embargo, no era consciente del enorme valor artístico que tiene la ermita, aunque en algunas ocasiones había oído hablar de lo bonita que es, me sorprendió la belleza y la calidad de sus pinturas, que me causaron un gran impacto. Voy a explicar un poco de su historia y de su contexto actual.


El santuario de Nuestra Señora del Ara está situado en el término municipal de Fuente del Arco (Badajoz), en las estribaciones de Sierra Morena. El paraje que lo rodea tiene una gran riqueza arqueológica, se han encontrado en el lugar numerosos restos romanos, lo que hace pensar la posible existencia de algún centro religioso y cultural pre-cristiano, posiblemente un templo romano. El mismo nombre de Ara, que en latín significa altar, puede reforzar esta teoría.

La primera referencia que se tiene de la existencia de la Ermita es del siglo XIV, aparece en el libro de la Montería de Alfonso XI como un lugar de mucha admiración y devoción a la Virgen. Pero no es hasta finales del siglo XV cuando el prior de la orden de Santiago Don García Ramírez, la mandó reedificar. De esta época son las pinturas más antiguas, unas figuras geométricas que se encuentran en la parte más baja del zócalo. Nos explicó la guía que estas pinturas son de un valor patrimonial incalculable, ya que sólo se encuentran en este recinto y en el palacio episcopal de Llerena. Son, además, las de mayor mérito artístico, están realizadas al fresco, con una técnica más difícil que las posteriores y son las que mejor resisten el paso del tiempo.




El resto de pinturas datan de finales del siglo XVII, principios del XVIII. La bóveda se acabó de pintar en 1736, como refleja una inscripción que hay en la misma. La autoría es desconocida, aunque se considera que participaron hasta 6 pintores diferentes, probablemente de la escuela de Llerena. Los 26 cuadros que la componen muestran escenas del Antiguo Testamento, del libro del Génesis, por esa coincidencia de temática se la llama la Capilla Sixtina de Extremadura. Los cuadros del altar, en cambio, son del Nuevo Testamento.




Llama la atención que las pinturas del bajo coro, del siglo XIX, no muestran escenas religiosas. Aparecen cuatro figuras femeninas, acompañadas de diversos atributos, que representan los cuatro puntos cardinales.




Son numerosas las imágenes y elementos arquitectónicos que tienen gran valor artístico, aparte de las pinturas, desde la arquería mudéjar de la fachada sur, hasta la talla de la Virgen del Ara, del siglo XVIII, pasando por el retablo de estilo churrigueresco, el elegante coro de estilo rococó, o los azulejos de la Cartuja de Sevilla, no voy a nombrarlos todos, porque sería una lista muy larga. Pero la joya de la corona se encuentra en la sacristía, es una tabla gótica datada entre los siglos XIII-XIV, el objeto más antiguo dentro de esos muros, que representa la leyenda del por qué se construyó esta ermita en este lugar. Porque como todos los centros de devoción mariana, éste también tiene su leyenda, que cuenta que la Virgen María se le apareció varias veces en lo alto de una encina a una princesa mora llamada Erminda, y que ésta le pidió que devolviera la vista a su padre ciego, Jayón. La Virgen le indicó que lo haría cuando se convirtieran al cristianismo, y cuando Jayón recuperó la vista comenzó a construirse la ermita.



Un lugar bello, espectacular, una obra impresionante en medio del campo, una visita muy recomendable.












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