24 de diciembre de 2011

Gorriones sin nido

"Gorriones sin nido" es una novela por fascículos que se publicó por primera vez en 1932. En una entrada de hace unos meses conté cómo la descubrí en los años de mi infancia y prometí que volvería a hablar sobre ella. Y en esas estamos.

Es una novela romántica, un folletín que tiene como principal objetivo conmover y enganchar a los corazones más sensibles. Desde el primer hasta el último capítulo ocurren hechos desgraciados que emocionan e indignan, mezclados con breves momentos de felicidad que ayudan a los protagonistas a seguir luchando. Describe con mucho realismo y un lenguaje rico en palabras la vida en el Madrid de principios del Siglo XX, la miseria de las clases bajas y la opulencia de los ricos.

Pero antes de adentrarme en el argumento, quisiera hablar un poco del autor, Mario D'Ancona. Es todo un misterio, no se sabe quién estaba detrás de ese seudónimo. Durante años se le ha confundido con Francisco Arimón Marco, otro escritor de novelas por entregas que utilizaba el mismo seudónimo. Francisco Arimón nació en Barcelona en el año 1868, se educó en Madrid, fue crítico de arte en El Liberal, vivió algunos años en Valencia donde trabajó para la Editorial Guerri, especializada en la publicación de novelas por fascículos, y publicó algunas novelas de éxito como El soldado de la paz. Murió en 1934.

Sin embargo, no parece que sea el mismo Mario D'Ancona autor de Gorriones sin nido y otras obras posteriores como Madre o María Rosa. Aunque yo no las he leído los que sí lo han hecho dicen que son estilos muy diferentes, y casi todas se publicaron después de la muerte de Francisco Arimón. Como dije antes, es un misterio, nadie sabe que relación hay entre los dos Mario D'Ancona, ni por qué eligieron el mismo seudónimo.

Volviendo al tema que nos ocupa, Gorriones sin nido es la historia de dos niños de la calle, Carabonita y Perragorda. El nombre verdadero del niño era Andrés, el de la niña no lo recuerdo. A la manera de las obras de Dickens, la niña se había criado en la casa de una avara mujer apodada doña Mugre, y era alquilada a los mendigos que la utilizaban para causar pena a las almas caritativas y recoger más limosnas. Cuando el Perragorda conoce a Carabonita se apiada de ella y la ayuda a escapar, empiezan a cuidarse el uno al otro como verdaderos hermanos y juntos forman un hogar en una fábrica abandonada en la que se refugian por las noches. El Perragorda vende periódicos, Carabonita se esconde porque Doña Mugre no renuncia a las pingues ganancias que le proporcionaba la niña.

10 de diciembre de 2011

Periódicos antiguos y periódicos actuales


Toda mi vida he sido una lectora fiel de periódicos. De siempre me ha gustado llevar mi periódico preferido doblado entre mis libros, o debajo del brazo, a mi entera disposición para llenar los pequeños ratos de ocio. Ha sido así hasta hace unos pocos meses que, harta y desengañada por la insistente defensa de oscuros intereses que exhiben los medios de comunicación, he decidido no gastar ni un euro más en comprar un diario.

El primer diario que entró en mi casa fue el Ya. Lo compraba mi padre todos los domingos, en una época en la que muy poca gente leía. Se decía por entonces que la línea que seguía el Ya era aperturista, sin embargo a mi me parecía que había demasiadas noticias relacionadas con la religión católica.

Tras el traslado familiar a Barcelona, y una vez los escasos ingresos de mi primer trabajo me lo permitieron, me acostumbré a comprar el "Tele-Exprés". No lo adquiría diariamente, porque la economía familiar no daba para grandes dispendios, sólo cuando podía, y por las tardes, pues era un periódico vespertino. Solía leerlo en el autobús en el camino de ida o regreso a la Universidad. Me gustaban especialmente las columnas de Manuel Vázquez Montalbán y de Joan de Segarra, y en líneas generales el tono del periódico que, éste sí, era abierto y progresista, aunque sin exagerar.

3 de diciembre de 2011

El último vuelo de Albert


Entramos en el superpuente de la Constitución y, como cada año, las noticias sobre los problemas en los aeropuertos empiezan a inundar los medios de comunicación. Esta vez son los pilotos de Iberia los protagonistas, y amenazan con una huelga que, si se lleva a cabo, seguramente va a generar mucho cabreo entre los pasajeros. Detrás de este conflicto, y de muchos otros, está la creación de nuevas compañías de low cost que ofrecen a sus empleados sueldos muy "ajustados", y condiciones de trabajo precarias.

La semana pasada la noticia fue una tragedia en Papúa, y el protagonista un joven piloto de aviación de 24 años:

El piloto español Albert Cítores Gallego ha fallecido este miércoles al estrellarse la avioneta en la que viajaba en la provincia de Papúa, en el este de Indonesia, han confirmado fuentes de la compañía aérea indonesia Susi Air.

La persona que pilotaba la aeronave, de nacionalidad neozelandesa, se encuentra hospitalizada en estado crítico, según el portavoz de Susi Air, Munim. El herido fue identificado por el portavoz de la aerolínea como Jesse Bekcer, de 31 años.

La aerolínea indicó que Cítores, de 24 años y nacido en Cornellà de Llobregat (Barcelona), viajaba de copiloto en el vuelo siniestrado, que recorría la ruta desde la localidad de Nabire hasta Sugapa.

El fallecido tenía una experiencia de 403 horas de vuelo y trabajaba desde el pasado enero con Susi Air en Papúa.

Según la prensa indonesia, el aparato era un Cessna Grand Caravan y transportaba 950 kilogramos de cemento.