Como era de esperar, no fue una de esas jornadas tediosas en las que diferentes expertos folosofan alrededor de un tema, en este caso el alcoholismo. No es que esté en contra de los especialistas, muy al contrario, gracias a su trabajo la sociedad avanza. Pero cuando se trata de asistir a una charla, prefiero que sea algo más cercano, que me llegue, que me toque la fibra y hasta que me deje noqueada. Los razonamientos científicos, objetivos, impersonales y distantes, mejor dejarlos para congresos de profesionales.
En este sentido, las ponencias de la jornada de ASALRE no me decepcionaron, fueron exposiciones muy reales de cómo se vive en una familia que tiene un alcohólico entre sus miembros. Intervinieron varios familiares de alcohólicos que consiguieron arrancarnos una lagrimita con sus historias. Nos concienciaron de que es muy duro convivir con un problema como éste.